martes, 17 de febrero de 2009

Venecia

Recordar es vivir, decía alguien, y para mi recordar es entrar en periodos de aniquilamiento.
Cuando el agua se anudaba feroz a los vestidos,
Cuando ya habíamos perdido nuestro traje de astronautas y vagábamos por el pellejo blanco de un ser sideral.
Ritmos y precipitaciones de oxigeno nos arrojaban a una atmosfera de nieve, a un reinado capaz de salvarnos o de ahogarnos por completo.
Aun en esa sensación de levitación, disfrutábamos con el tacto de las medusas o las sacudidas de los caballitos de mar.
Aun allí asistíamos perplejos a la danza de una música blanca,
Al oleaje de reptiles en fiebre y azulados seres.
Tráeme con tu asombro el recuerdo de la ciudad de los peces,
De la ciudad que nunca esta sumergida
De la ciudad que siempre prevalece
Como un pie aleteante que reposa en el agua
Y un contacto definido con la materia de los océanos.

Tráeme ese aire que te puebla, esa inmersión tejida por tu nombre
Y que la vida limpie tu ojo mientras te reconoces absoluta
Te hundes en las hojas del coral
Te lavas con un nombre en la boca
Y perteneces a este mundo de arrullos y misterio
Dibujando un pétalo de agua a través del lecho subterráneo y majestuoso
Que con solo decirlo ,
Ya habitas.
s.08

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