Mate a golpes a cientos de humanos y la sangre chilla feroz entre mis dientes. Masco tendones con la ferocidad de mi ser lobuno.
Lunita consentida, dame tu rabia de nocturnidad. La luz que me eleva hasta saborearme.
En mi lecho una mujer semidormida me incita a llover sobre ella con mis colmillos. Me retengo pues desde aquí hiede a sudor y ganas.
Lentamente mi garra toma forma de mano.
La apretó hasta estallarla de asfixia.
martes, 17 de febrero de 2009
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