martes, 17 de febrero de 2009

El barco a la deriva.

En mi infinito baño de sudor postergo la muerte,
Pero no el hastió.
Cansado de mirar las múltiples variaciones de mi rostro frente a un espejo, espero encontrar a Dios y bebo humillado el rostro de un oscuro santo milagroso.
Mi pie, preso de sombras gime al borde de la cama.
Me quedare ciego como mi padre y mi abuela.
Ya me traen los últimos medicamentos que me harán desgarrar el lecho.
Mi enfermedad será un festín para las moscas.

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